Agustín de Hipona

Agustín de Hipona 


“Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que repose en ti”



Agustín nació en 354 en la población de Tagaste, en el norte de África. Su padre era un pequeño oficial romano, de religión pagana y su madre Mónica era cristiana y oraba por la conversión de su esposo y de su hijo Agustín.

Agustín estudió en la cuidad de Madura y después en Cartago. En Cartago conoció a la que fue su concubina y con ella tuvo a su único hijo, Adeodato. En ese mismo lugar, Agustín estudió retórica y fue también allí donde descubrió los placeres de la sensualidad.

Cuando se topó con las obras del orador y filosofo Cicerón, comenzó la búsqueda por la verdad de Agustín. En esta búsqueda, Agustín se unió al maniqueísmo, esta religión sostenía que había dos principios eternos la luz y las tinieblas. Además, el maniqueísmo era un movimiento racional y se mofaba de las Escrituras. Agustín se unió al maniqueísmo porque  pensaba que el mal no podía provenir de un Dios bondadoso. Eventualmente, conoció al líder del maniqueísmo y se decepcionó.

Después, se mudo a Milán, allí fue maestro de retórica y se hizo neoplatónico. Esta corriente sostenía que todas las cosas provenían del uno infalible. Según el neoplatonismo, el mal consiste en alejarse del uno infalible. Estas doctrinas lo ayudaron a reconciliar el problema del mal cuando se hizo cristiano.

Estando en Milán, Agustín fue a escuchar al famoso orador Ambrosio obispo de Milán. Después de escucharlo considero la posibilidad de convertirse al cristianismo y aprendió a valorar las Escrituras. Tras luchar con sus deseos carnales, finalmente decidió hacerse cristiano y regreso a África para vivir en devoción a Dios.

Posteriormente, se convirtió en pastor del pequeño pueblo de Hipona y durante ese periodo de su vida escribió sus grandes obras teológicas. Sus primeros escritos iban en contra de los maniqueos. En ellos trataba acerca de la autoridad de las Escrituras, el origen del mal y el libre albedrio. Para Agustín, el mal se origina en la libertad que el hombre tiene para elegir.

Cabe mencionar que, el eje del pensamiento de Agustín fue la fe y la razón. De acuerdo a su ideología, la fe no anula la inteligencia, al contrario, porque somos capaces de razonar podemos tener fe. En su obra Contra los Académicos, Agustín cita al profeta Isaías en la LXX: “si no tienes fe, no podrás entender”.  

Sin embargo, fue en contra de los pelagianos que Agustín formularia sus aportes teológicos más importantes. Pelagio era un monje británico que creía que los seres humanos nacen con la libertad de pecar o no pecar, según su pensamiento, el hombre es completamente responsable de sus decisiones. Mientras que Agustín creía que nuestras intenciones para hacer el bien no siempre se concretaban debido a la naturaleza pecaminosa del hombre (pecado original), por lo tanto, necesitamos de la gracia de Dios para ser restaurados de esta condición. Después de varios años, los pelagianos fueron reprobados y la iglesia aceptó las enseñanzas de Agustín de Hipona.



Entre todas sus obras se destacan dos, Confesiones y La cuidad de Dios. Confesiones trata sobre el peregrinaje espiritual del teólogo de Hipona. La cuidad de Dios la escribió en respuesta a las acusaciones hacia el cristianismo como responsable de la caída del imperio romano en el 410 d. C. En la cuidad de Dios, Agustín explica que existen dos ciudades, una  fundada sobre el amor y la otra sobre el egoísmo. Dios utilizo el imperio romano para que se propagara el evangelio pero el castigo por el egoísmo de Roma tendría que llegar tarde o temprano.

Agustín fue uno de los autores más citados en la edad media. Además, sus doctrinas de la gracia irresistible y la predestinación fueron adoptadas por los reformadores del siglo XVI. Su impacto se ha hecho sentir en todo el cristianismo occidental, tanto en el catolicismo como en el protestantismo. Sin duda, un filósofo muy importante en la historia del pensamiento cristiano.



Referencias: 

González, J. L. (2009). Historia del cristianismo. Miami: Unilit.

Reale, G. and Antiseri, D. (1995). Historia del pensamiento filosófico y científico. Barcelona: Herder.

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